miércoles, 7 de febrero de 2018

EL PAPEL DEL ODONTÓLOGO EN LA SOLUCIÓN DE CONFLICTOS SOCIALES

ESPACIO PRUDENTE

Por Pedro de la Cruz

El profesional de la Odontología, en sus respectivos encajes de participación profesional-salvo pocas excepciones- no evidencia presencia en la resolución de los conflictos sociales; éstos, no sólo muestran ausencia desde el punto de vista individual, sino que además, no observamos rasgos de su participación social como organización de profesionales.

Revisando el libro de Solidaridad social, la única participación que la historia nos atribuye, son las actividades propias de nuestro ejercicio, como es el caso de los famosos operativos, los cuales, y a la luz de las Normas de Prevención de Enfermedades Infecto Contagiosa, establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), este tipo de compromiso social que algunas instituciones realizan, si aplicamos el Método de Observación Científica, de seguro que de manera colectiva concluiremos en que por la naturaleza de sus desenvolvimiento, estas actividades no garantizan a los diferentes sectores de la población atendida, un marco de seguridad preventiva acorde a las normas estipuladas por la OMS.

Por lo pronto, es de conocimiento de nuestro conglomerado profesional, que la poca participación que tenemos en la toma de posiciones ideológicas en la resolución de conflictos sociales, está subestimada a un problema de visión y concepción elitista de nuestra profesión, situación ésta que arrastramos desde las aulas de las universidades.

Casi en término general, la población tiene la errada percepción, de que la persona que estudia Odontología es porque pertenece a una clase socialmente alta en términos económicos, y esto, acompañado de otros elementos, tanto académicos como familiares, a mi entender, han sido factores con altísimo contenido de nocividad ideológica, y que lógicamente, ha impedido que el profesional de la salud oral, asuma posiciones claras respecto al rol que un graduado-a de esta naturaleza, debe jugar en una sociedad, donde la manecilla del reloj nos exige una mayor articulación a la lucha por los espacios políticos, sociales y culturales.

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